Concierto sinfónico coral en el Colón
Magnífica versión del "Requiem" de Verdi.
Teatro Colón
3 de julio de 2018
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotos: Teatro Colón, Máximo Parpagnoli
"Misa de Requiem", de Giuseppe Verdi.
Elenco:
- María José Siri (soprano)
- María Luján Mirabelli (mezzosoprano)
- Darío Schmunck (tenor)
- Goderdzi Janelidze (bajo)
Coro Estable del Teatro Colón
Director del Coro: Miguel Martínez
Orquesta Estable del Teatro Colón
Director de orquesta: Enrique Arturo Diemecke
La triste noticia del fallecimiento de Alessandro Manzoni, personaje político y literario, sorprendió a Verdi en su solitaria villa de Sant'agata y fue tal el dolor que por unos días permaneció mudo y sombrío. Su corazón le sugirió entonces una idea generosa: una composición sagrada que recordara dignamente al gran artista. Al cumplirse el aniversario de la muerte de Manzoni, la "Misa de Requiem" fue ejecutada en la iglesia de San Marcos, Milán, el 22 de mayo de 1874, bajo la dirección del mismo Verdi.
Verdi permanece aquí como el músico melodramático por excelencia; el compositor que, sin olvidar la seriedad que requiere una obra de tal naturaleza y apartándose lo menos posible de la religiosidad del tema, lo trata, no con el misticismo de una simple narración, sino como una obra de acción en la cual las pasiones y los sentimientos se expresan con sus más profundos acentos. En realidad, los dos sentimientos que sobresalen en el Requiem son el miedo a la muerte y la suprema esperanza de la gracia futura
Los mismos se manifiestan en una forma diferente de la que se ha valido la Iglesia en su música del pasado. No son ya las voces de una humanidad que se siente infinitamente pequeña frente a la fuerza exterior que la domina, y que se anula trente a la potencia de la Divinidad, sino las que corresponden al concepto de que la criatura, en si misma, es una parte del lodo que lleva a Dios.
En esta oportunidad, el Teatro Colón ofreció esta obra monumental de la creación verdiana en su segundo concierto sinfónico coral, en una versión de gran jerarquía artística.
El Coro Estable realizó una esmerada actuación, bajo la dirección de Miguel Martínez. Fue el gran protagonista, rindiendo con sonoridades impactantes y ataques seguros, otorgando todo el realce y la importancia que Verdi le dio en esta magnífica composición, especialmente en el Dies trae, con su fuerza irresistible y en la doble fuga del Sanctus.
En cuanto a los solistas, la soprano María José Siri, quien desarrolla una notoria carrera en el exterior, tuvo un desempeño sobresaliente en todos los aspectos. Exhibió excelente manejo de sus medios vocales. Su voz, aterciopelada y lozana en toda su extensión, se lució con caudal suficiente para sobrepasar la sonoridad de la orquesta y la masa coral. Estas cualidades se aunaron a su canto seguro y pianissimi de notable belleza, para derivar en una actuación soberbia.
En tanto, María Luján Mirabelli demostró singulares cualidades en el fraseo e hizo gala de fluidez para vertir la esencia de la obra, expresada con significativos acentos. La parte para mezzosoprano está basada en un registro grave que debe contar con peso vocal, al igual que el central, ya que no hay notas agudas de gran compromiso. Su canto tuvo las cualidades requeridas y la emisión adoleció de engolatura en este registro. Su intervención fue muy destacada.
Por otra parte, el tenor Darío Schmunck desplegó cálido color vocal, musicalidad y delicada línea de legato. Aportó verdadero lirismo a la interpretaciòn, especialmente en "Ingemisco tamquan reus" y la melancólica frase "Hostias et preces".
Gran impacto causó el bajo Goderdzi Janelidze. Poseedor de importante material vocal, hizo uso efectivo de su voz de timbre homogéneo y sonoridad importante, y se destacó en todo momento. Su "Confutatis maledictis" manifestó el temperamento dramático del compositor. Sería interesante volver a escucharlo en otra obra de repertorio.
En una labor muy esmerada y de gran hondura, Enrique Arturo Diemecke extrajo brillo y calidez de la Orquesta Estable. Dirigió con nervio y fuerte personalidad, otorgando el justo temperamento dramático que sin embargo, nunca fue en desmedro de las partes de mayor lirismo.
La visión de la divinidad que juzga las almas en el día de la resurrección y el pavor de éstas frente a la ira sagrada del Redentor, al cual suplican que las salve de la muerte eterna, ha inspirado a Verdi para componer una de las páginas más sentidas que nunca escribiera. Dijo Brahms respecto del Réquiem, “ sólo un genio pudo crear esta obra”. No se equivocaba. Grandes aplausos para todos los artistas participantes - solistas, cuerpos estables y sus directores - por su elevado nivel artístico.
CALIFICACION: EXCELENTE