"Sansón y Dalila" en el Met
Lunes 1º de octubre de 2018
Metropolitan Opera House, New York
Escribe: Graciela Morgenstern
"Sansón y Dalila", de Camille Saint-Saêns
Libreto: Ferdinand Lemaire
Elenco: Roberto Alagna / Kristian Benedict (Sansón), Elina Garanca (Dalila) Elchin Azizov (Abimelech), Laurent Naouri (Gran Sacerdote de Dagon), Dmitry Belosselskiy (Viejo Hebreo), Tony Stevenson (Primer Filisteo), Bradley Garvin (Segundo Filisteo), Mark Schowalter (Un mensajero Filisteo)
Coro del Metropolitan Opera House
Director del Coro: Donald Palumbo
Orquesta del Metropolitan Opera House
Director de Orquesta: Sir Mark Elder
Escenografía: Alexander Dodge
Vestuario: Linda Cho
Iluminación: Donald Holder
Coreografía: Austin McCormick
Regisseur: Darko Tresnjak
Sala: Metropolitan Opera House, New York
El clima previo a la función era de efervescencia. Con la tradición del Met de contar siempre con grandes elencos y elaboradas producciones, no era para menos. Nada menos que Elina Garanca y Roberto Alagna, una dupla que se hizo popular tras su versión de "Carmen", encabezaban el elenco. Pero esta vez, no todo fue tan perfecto.
En el aspecto visual, la escenografía de Alexander Dodge recurrió a paredes enrejadas simulando grillas, al estilo islámico, mientras que unas escalinatas con peldaños iluminados con luces de neón, enmarcaban el decorado del segundo acto. Para la escena final, una imagen gigantesca de Dagón partida al medio, simbolizaba el templo. El vestuario diseñado por Linda Cho, colorido en tonalidades del rojo al rosado y con excesiva profusión de dorados, en contraste con el ropaje gris de los hebreos, resultó un tanto kitsch, mientras que la iluminación de Donald Holder fue adecuada en todo momento. La coreografía de la Bacanal ideada por Austin McCormick, estuvo creada mayormente para el cuerpo de baile masculino, con poca intervención femenina. En ella se pudo ver bailarines con escasa vestimenta, bailando mayormente en ruedas, con marcadas connotaciones homosexuales. En cuanto a la régie, a cargo de Darko Tresnjak, fue en general apropiada, si bien las escenas corales resultaron estáticas, tal vez en referencia a la idea original de Saint-Saëns de que la obra fuera un oratorio. Sin duda, la mayor debilidad fue que la escena final, la destrucción del templo, no estuvo bien resuelta y se limitó a que Sansón rompiera las cadenas y que tras un efecto lumínico, como de una tormenta eléctrica, los filisteos se agacharan, se supone que asustados.
Ya en el plano musical, se pudo disfrutar de la bellísima voz de Elina Garanca, de hermoso color e impecable legato, sobresaliente en sus tres arias: "Printemps qui commence", "Amour, viens aider" y "Mon coeur s'ouvre à ta voix ", ésta última cantada con verdadera pasión. Si bien se la notó contenida en el primer acto, a medida que avanzaba la función, su interpretación se iba tornando más temperamental, con frases vertidas de manera más emocional.
Roberto Alagna, tenor de amplia trayectoria internacional, no estuvo cómodo en el rol de Sansón. Si bien su entrega total al personaje le permitió expresar su fuerza, su dolor y al mismo tiempo, su gran conflicto interno, la tesitura y las demandas de la partitura en cuanto al uso sostenido de tonalidades heroicas, lo superaron. Durante el primer acto, se notó una emisión forzada y una manera de empujar el canto que hacía dudar sobre cómo iba a llegar al final sin fatigarse. Al concluir el segundo acto, quebró el agudo final y a partir del tercero, debió ser reemplazado por el tenor lituano Kristian Benedict, debutante en Estados Unidos, quien salió al toro, como se dice en la jerga, y realizó una actuación encomiable que fue apreciada y muy aplaudida por toda la concurrencia.
Todos los roles de flanco fueron cubiertos de manera satisfactoria. En tanto, el Coro, bajo la dirección de Donald Palumbo, resultó muy eficiente y aprovechó todos los momentos de lucimiento que le ofrece la partitura.
Sir Mark Elder dirigió con nervio y sensualidad. No dejó de lado las sutilezas ni permitió que la energía de la partitura se deteriorara. En todo momento, mostró una simbiosis entre foso y escenario y fue muy eficaz en mantener el equilibrio de las voces y los diferentes planos sonoros de la orquesta, que le respondió satisfactoriamente.
En definitiva, esta fue una versión con sus más y sus menos, en la que los últimos no lograron empañar los mejores momentos. Se podrá ver en Buenos Aires, el día 20 del corriente, en el Teatro Opera, en transmisión de la Fundación Beethoven.
CALIFICACION: MUY BUENO