La Orquesta Sinfónica Municipal con Yan Levionnois
Teatro Colón de Mar del Plata
Domingo 4 de noviembre de 2018
Escribe: Eduardo Balestena
Orquesta Sinfónica Municipal
Director titular: Juan Martín Miceli.
Solista: Yan Levionnois, cello
Programa:
- Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel.
- Concierto para cello nro, y en la menor, de Camille Saint Saens
- Sinfonía en do mayor Georges Bizet
El violoncellista francés Yan Levionnois se presentó como solista con la Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata, conducida por su director titular, el maestro Juan Martín Miceli, en el concierto que tuvo lugar en el Teatro Colón.
La obra inicial del programa fue la Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel (1875-1937), escrita para piano en 1899 y orquestada en 1910, es evocativa de la danza del siglo XVI a la que se refiere su título. Ravel sólo se propuso hacer un juego de palabras basado en la aliteración al darle dicho título. La atmósfera elegíaca del solo de corno del comienzo, que presenta el tema inicial, confiere un tono melancólico que, en la sencillez de la melodía, impregna toda la obra. Le suceden delicados acordes en las maderas, un oboe y el fagot conducen a un evanescente tema de la cuerda, al que sucede nuevamente al material inicial. La orquestación típica de Ravel (timbres sutiles, puntuales y una especial modulación, se encuentran presentes en esta obra temprana).
El Concierto para violoncello nro. 1 en la menor, opus 33, de Camille Saint-Saens (1835-1921) fue la segunda de las obras interpretadas. Desarrollado en un continuum en lugar de la clásica división en movimientos, lleva al instrumento solista en una sucesión de pasajes que alternan energía y lirismo, como el que sucede al lento de las cuerdas, en un discurso dado en la transformación de motivos e intensidades: dos elementos musicales dividen de algún modo el desarrollo: uno danzante (con aire de sarabanda) introducido por la cuerda que sucede a una intervención del instrumento solista en un pasaje lento que comienza en la zona media y grave del registro y se resuelve en la zona media y un breve y bello solo de oboe comentado por los fagotes, luego de un otro solo del cello, esta vez de carácter lento.
El instrumento solista hace figuraciones sobre los motivos de la orquesta y desarrolla otros nuevos. Esta sucesión y alternancia de recursos, en una elaboración motívica y no esencialmente melódica, sirve para desplegar una amplia gama de posibilidades sonoras en el instrumento solista al cual la orquesta se limita a servir de marco. La orquesta se encuentra muy exigida, en pasajes como el conclusivo, con rápidos pasajes en la cuerda y ajustadas intervenciones de metales, cuerdas y maderas.
Ganador de numerosos concursos internacionales (André Navarra e In memoriam Rostropovich) y finalista en el Reina Elisabet, además de otros lauros, y con una amplia trayectoria solista y en música de cámara Yan Levionnois se destaca primeramente por el espesor, volumen y matices de su sonido, amplio, cálido y enérgico a la vez, con una nitidez que mantiene tanto en los pasajes rápidos como en los lentos, en un control natural y absoluto del instrumento. Ha actuado como solista en orquestas tales como la London Philarmonic Orchestra, Nacional de Francia, y de Varsovia, entre otras, y llevado a cabo una extensa actividad en la música de cámara. Interpretó como bis la sarabande de la suite nro, 1 en sol mayor para cello de Johann Sebastian Bach.
El programa concluyó con la Sinfonía en do mayor, de Georges Bizet (1838-1875). Escrita cuando el compositor tenía 17 años, en la década de 1850. Fue desdeñada y rechazada por los jueces del concurso del Conservatorio de París e ignorada su existencia durante más de ochenta años, siendo descubierta y publicada recién en 1933, es decir, 58 años después de la muerte del autor. El coreógrafo George Balanchine la interpretó en el ballet Sinfonía en do (1947).
Tal circunstancia evidencia el carácter y potencial melódico y danzante de una obra que, concebida dentro de una impronta mozartiana, es de una gran variedad y riqueza dinámica, rítmica y cambiante, en permanentes secciones de pregunta y respuesta, en tesituras de la cuerda que la hacen expuesta y demandan una correcta afinación. El scherzo es una prueba de ello.
Intervenciones de metales, como señaló en maestro en el ensayo general, que son destellos sonoros, en un horizonte musical brillante, de gracilidad y permanente inventiva la caracterizan. Demanda un equilibrio muy preciso entre las secciones: pasajes en piano de la cuerda bajo la intervención de maderas o metales, por ejemplo, y una musicalidad en el permanente diálogo de los distintos timbres.
La preparación del maestro Miceli de estos aspectos fue muy detallista, lo mismo que su marcación de las distintas intervenciones y los aspectos dinámicos –diálogos, cambios de intensidades, con una orquesta que obtuvo una muy cuidada versión de tan hermosa obra.
Destacaron especialmente Marcos Tallarita –corno- y Mariano Cañón- oboe.
Eduardo Balestena