Presentación de excelente nivel a cargo de la Orquesta Estable de Tucumán en el CCK
CON PERFECCIÓN EUROPEA Y ALGARABÍA CRIOLLA
CCK-Sala Sinfónica
Domingo 5 de Mayo de 2019.
Escribe: Martha Cora Eliseht
Presentación de la Orquesta Estable de Tucumán
Director: Alejandro Jassan.
Solistas: Valeria Albarracín (Soprano), Gustavo Mulé (Violín).
Programa: Obras de Alonso-Crespo, Saint Saëns y Dvorak.
Dentro del Ciclo de Orquestas del Interior del país organizado por el Centro Cultural Kirchner (CCK) y el Sistema Federal de Medios Públicos, el pasado domingo 5 del corriente hizo su presentación en la Sala Sinfónica de dicho organismo la Orquesta Estable de la Provincia de Tucumán, dirigida por Alejandro Jassan y que contó con la participación de los siguientes solistas: Valeria Albarracín (soprano) y Gustavo Mulé (violín), quienes, a su vez, son oriundos de dicha provincia. Además, tuvo una presentadora de lujo:TetéCoustarot.
El concierto fue trasmitido en vivo por Canal 10 de Tucumán y por Radio Nacional Clásica y contó con el auspicio del Ente Cultural de dicha provincia, presidida por el Prof. Mauricio Daniel Guzmán, quien estuvo presente junto al Gobernador –Dr. Juan Manzur-y a representantes de organismos oficiales: Hernán Lombardi, por el Sistema Federal de Medios Públicos, y Gustavo Mozzi –Director del CCK- en una sala prácticamente colmada de público.
El programa comprendió las siguientes obras: Date a Volar (lied sinfónico para soprano y orquesta), Op.26 de Eduardo Alonso Crespo (estreno); el Concierto para violín y orquesta en Si menor nº3, Op.61 de Camille Saint- Saëns(1835-1921) y la Sinfonía nº 9 en Mi menor, Op.95(“Del Nuevo Mundo”) de Antonin Dvorak (1841-1904).
Previamente al inicio, la orquesta sonó muy afiatada y muy bien afinada en un semitono más alto –característica de las orquestas norteamericanas/estadounidenses-, donde se mostraron la disciplina y el talento de Alejandro Hassan. Nacido en La Rioja, inició sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo” de Buenos Aires y los prosiguió en la Universidad Católica Argentina (UCA), donde estudió dirección orquestal y composición. Posteriormente se perfeccionó en París, donde obtuvo el Diploma Superior en Dirección Orquestal de L’ÉcoleSuperieur de Musique en dicha ciudad. Y su formación y adiestramiento europeos han sido claves para poder apreciar una orquesta sinfónica en toda su plenitud, logrando un sonido muy compacto, con buenos matices y equilibrio sonoro durante todo el desarrollo del concierto, acompañado de excelentes intervenciones de los solistas de los diferentes grupos de instrumentos.
Tal como lo indica su título, la obra de Eduardo Alonso Crespo es un lied sinfónico para soprano y orquesta, que se estrenó en esta ocasión. Este compositor tucumano utiliza recursos propios de la música folklórica del noroeste argentino, donde también incorpora elementos utilizados por Alberto Ginastera y Luis Gianneo, logrando un tinte característico de los próceres –junto a Julián Aguirre- del nacionalismo musical argentino. El resultado es una música agradable al oído, armónica, sin disonancias, a la cual se ensambla el canto de la soprano. Valeria Albarracín posee un muy bello timbre de voz y buen caudal, lo que le permitió lucirse, pese a algún que otro problema con el fraseo. No obstante, supo salvar muy bien la situación y recibió los aplausos del público.
El mencionado Concierto nº3 para violín y orquesta de Saint- Saëns es una obra de muy difícil ejecución y un desafío para el intérprete, donde hay pasajes de extrema complejidad debido a su invención melódica y a sus sutilezas; por ende, representa un reto para el intérprete. En el caso particular de Gustavo Mulé –quien lo ejecutó de memoria-, la interpretación fue magistral en todos los sentidos: excelente fraseo, digitación y técnica, donde los trinos y arpegios sonaron con transparencia y majestuosidad. Esto se notó más durante el 2º movimiento (Andantino quasi allegretto) y en el Coral del movimiento final (Molto moderato a maestoso), que remeda al final del Concierto nº1 para piano y orquesta del mencionado compositor. La orquesta acompañó perfectamente al solista en un diálogo impecable, motivo por el cual el público estalló en aplausos hacia el final.
Durante la segunda parte del concierto se interpretó la célebre Sinfonía nº9 en Mi menor, Op.95 (“Del Nuevo Mundo”) de Dvorak. Compuesta durante la estadía del músico en Estados Unidos en 1893, fue estrenada en el Carnegie Hall de New York el 15 de diciembre del mismo año por la Filarmónica de dicha ciudad, dirigida por AntonSeidl con éxito absoluto de público y crítica, lo que contribuyó a expandir su popularidad. En realidad, la denominación “Del Nuevo Mundo” es un error de traducción. Lo correcto sería decir “Desde el Nuevo Mundo”, ya que en el último acorde, la melodía decrece a piano y da la idea de alejamiento de la vieja Europa. Lo curioso es que Dvorak nunca incorporó temas de los nativos americanos en su sinfonía, sino que compuso música bohemia pura. Según palabras del mismo autor: “En realidad no he utilizado ninguna delasmelodías de los nativos americanos. Simplemente he escrito temas originales que incorporan las peculiaridades de la música indígena y usando estos temas como sujetos, los he desarrollado con todos los recursos del ritmo, el contrapunto y el color orquestal modernos.” Pese a que Dvorak estaba interesado en los negro spirituals y en la música nativa, no los utilizó. En cambio, se inspiró en el poema de LongfellowLa Canción de Hiawatha para componer el bellísimo Largo del 2º movimiento, donde se destaca el maravilloso solo de corno inglés -magistralmente interpretado por la solista-. También se inspiró en dicho poema para componer el Scherzo del 3º movimiento, haciendo alusión a la danza de los nativos. La versión ofrecida por Jassan y la orquesta fue memorable, pese a algunos desacoples –un poco rápido el rondó del Länder en el 3º movimiento y alguna que otra fallida entrada de los vientos en el Scherzo- que no le restaron mérito. El consabido Allegro con fuoco final fue de una perfección absoluta, donde la orquesta demostró un alto grado de profesionalismo en una prueba de fuego. Y no sólo salió indemne, sino que además, el público estalló en aplausos y vítores al final del concierto.
Antes de despedirse, aparecieron todos los instrumentistas y los solistas acompañados de un percusionista, que ocupó el podio tocando el bombo para luego ser secundado por Gustavo Mulé y la concertino Penélope Albornoz para ofrecer-junto a las cuerdas- el único bis del concierto: la chacarera La Olvidada, de Atahualpa Yupanqui, que puso punto final a una noche brillante, donde el profesionalismo y la disciplina europeos se combinaron a la perfección con la gracia y la algarabía del Jardín de la República.