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Entre la música y el cine

 

 

Recital de Alexandre Tharaud (piano)

 

Teatro Coliseo,

Martes 2 de Julio de 2019

 

Escribe:Néstor Echevarría

 

 

Beethoven: últimas sonatas” película de Mariano Nante y Concierto con obras de Ludwig van Beethoven y Maurice Ravel

En el ciclo Nuova Harmonia del teatro Coliseo


Una rara aleación de música y cine. Un concierto cuya primer segmento fue una película (con el mismo concertista) y una segunda parte en vivo por el intérprete. Esto que describimos, que puede parecer algo insólito, fue el programa realizado en el Coliseo como parte del ciclo Nuova Harmonia del corriente año, el último martes.


Es que ciertamente, el francés Alexandre Tharaud, nacido en Paris en 1968, es un pianista ecléctico, como lo informa y califica la entidad al presentar a este tecladista parisino en nuestro medio. Esa condición lo ha llevado a vincularse con la literatura (con escritos autobiográficos) y  también con lo fílmico, como en esta ocasión, que inicio el programa con una película de unos cuarenta y cinco minutos, producida por Mariano Nante, también presente en la velada, con el titulo de “Beethoven: ultimes sonates” (en  referencia a las sonatas números 31 y 32 , opus 110 y 111, respectivamente, del genio de Bonn).


De manera que la primera parte del programa que comentamos, tuvo la proyección fílmica  - con algunos problemas de sincronización de los que la entidad pidió disculpas-  tocando el intérprete en un solitario piano en una residencia abandonada, sin muebles, con paredes descascaradas, y goteras , con enfoques de cámara del tecladista, sus manos , sus expresiones, en suma una extravagancia no exenta de egocentrismo, que sirvió para preludiar su presencia en vivo en la segunda parte.


Entonces, Tharaud abordó  la sonata beethoveniana Nº 30, op.109, con partitura a la vista, lo cual es su costumbre, y demostrando las cualidades que caracterizan su “toucher”, dinámico, preciso, con digitación muy estudiada, con delicado uso de la pedalera y su facilidad de desplazamiento en las octavas. Hecho que demostró luego en la Sonatina de Maurice Ravel, correctamente vertida, y en su trascripción para piano de “La valse”, del compositor francés, donde dio cuenta de su reconocida técnica agregando veloces “glissandi” en  búsqueda del virtuosismo.


Finalmente, algo contradictorio surgió en el momento de hacer “encores” al programa. No precisamente  en el vals en La menor de Frederic Chopìn,  que fue  correctamente expuesto, sino al abordar  una sonata de Domenico Scarlatti, donde quiso hacer un alarde técnico contundente,  agregando “albellimenti” (valga el simil) y  una dinámica exagerada para  la época del italiano, que componía para el clave. No fue una elección acertada  para tal propósito.


Calificación: Bueno.

 

 Néstor Echevarría