Excesos hollywoodenses en una ópera de Offenbach
“LOS CUENTOS DE HOFFMANN” EN EL COLÓN
Teatro Colón
El viernes 29 de Noviembre de 2019
Escribe: Carlos ernesto Ure
“Los Cuentos de Hoffmann”, ópera en tres actos, prólogo y epílogo, con texto de Jules Barbier, y música de Jacques Offenbach.
Con Ramón Vargas, Virginia Tola, Rachele Gilmore, Milijana Nikolic, Rubén Amoretti, Sophie Koch y Osvaldo Peroni.
Iluminación de Eli Sirlin
Escenografía, vestuario y “régie” de Eugenio Zanetti.
Coro (Miguel Fabián Martínez)
Orquesta Estables del Teatro Colón (Enrique A. Diemecke). El viernes 29, en el teatro Colón
El Colón cerró el viernes la temporada lírica oficial con una versión un tanto pálida de “Los Cuentos de Hoffmann” (1881). Ausente en esa sala desde 2001, la bellísima única ópera que compuso Jacques Offenbach, romántica, plena de sutilezas y de un exquisito encanto melódico, adoleció en efecto de debilidades notorias en materia musical y teatral, entre las que se contaron voces no demasiado trascendentes, ello por supuesto con remarcables excepciones.
Registros desiguales
Corresponde destacar en primer lugar la excelente labor del coro estable, organismo preparado por Miguel Martínez que lució radiante diafanidad en los “forte” y hermosa alma global, así como también presencia firme en sus múltiples intervenciones e impecable afinación.
Sin duda disminuido después de los problemas vocales que lo afectaron tiempo atrás, el tenor mejicano Ramón Vargas (60, protagonista), que nos había visitado en 1995, mostró desde ya un registro de calidad pero carente de expansión debido a una emisión entubada, de sonidos a veces apretados (su participación en el “canto báquico” “Amis! l’amour tendre et réveur” y en el posterior dúo veneciano “O Dieu! de quelle ivresse” le demandaron notorio esfuerzo). La soprano ligera estadounidense Rachele Gilmore (Olympia), que debutó en el Met en 2009 con este papel, acreditó en cambio metal claro y terso en toda su extensión, y sobresalió especialmente en los impactantes sobreagudos de su parte, que vertió con absoluta limpieza. En cuanto a la mezzo serbia Milijana Nikolic (44, Giulietta), exhibió por cierto un órgano de sólido color, potente, lozano, al tiempo que el tenor característico Osvaldo Peroni (Cochenille, Andrès, Frantz, Pittichinaccio) manejó todos sus personajes con encomiable seguridad y destreza.
En el resto del elenco, la mediosoprano francesa Sophie Koch (50, Nicklausse) cumplió correctamente sin ir mucho más allá al igual que el español Rubén Amoretti (55, los cuatro villanos), quién como consecuencia de un tumor en la hipófisis mutó su registro de tenor a bajo cantante, timbrado pero algo desleído. Con respecto a Virginia Tola (Antonia), debe decirse que sin perjuicio de ciertas notas agradables, su línea se oyó afectada por el forzamiento de la emisión del pasaje alto para arriba, particularmente en unos “forte” destemplados.
Pesadez total
Uno de los factores más problemáticos de esta edición estuvo en el podio: al frente de una orquesta por momentos desprolija, el maestro azteca Enrique Arturo Diemecke brindó una traducción basta de la magnífica partitura del autor de “Vie Parisienne", despojada desde ya de “charme” y del arquetípico refinamiento francés que la caracteriza.
Por su lado, el figurinista, pintor, director de cine y de arte, ilustrador, escenógrafo, decorador y dramaturgo argentino Eugenio Zanetti, fue el responsable de una puesta costosa, fundamentalmente recargada al máximo posible de objetos, volúmenes, proyecciones, pájaros, edificios, luna, humos, autos, góndolas, faroles, catedrales, la torre Eiffel, dirigibles que se movían, iban y venían, todo siguiendo los vaivenes interminables del disco giratorio. Todo esto en ocasiones con ambigua coherencia y dudoso gusto, casi rozando la cursilería (en realidad, al mejor estilo hollywoodense). El acto en la casa de Crespel, en Munich, sin ir más lejos, parecía tomado del castillo del conde Drácula, con paseantes y/o barqueros de fondo y la gigantesca estatua dorada de una deidad oriental en el medio.
Calificación: regular
Carlos Ernesto Ure