COMENZO LA TEMPORADA SINFONICA 2020
Teatro Provincial de Salta
Viernes 6 de Marzo de 2020
Escribe: José Mario Carrer
Orquesta Sinfónica de Salta.
Director Titular Maestro Noam Zur.
Bacanal, Acto III de la öpera “Sansón y Dalila” de Camille Saint-Säens (1835-1921).
Sinfonía nº 6 en si menor op. 74 “Patética” de Piotr Ilych Tchaikovsky (1840-1893).
Comienzo de la Temporada 2020. Aforo 100%.
La primera sorpresa de la noche fue comprobar con cuanta ansiedad se esperaba este inicial concierto de la orquesta sinfónica. Un aforo del 100% no se da siempre pero en esta oportunidad el largo lapso entre el cierre 2019 y el comienzo del 2020; la atracción del repertorio elegido; el regreso de Noam Zur que definitivamente tiene el apoyo del oyente y finalmente la necesidad cultural de escuchar el organismo orquestal local, fueron motivos más que suficientes para una noche especial.
Una “bacanal” salvajemente oriental inició el concierto. El pasaje pinta a Sansón, conducido por un lazarillo dada su ceguera y su pérdida de la poderosa fuerza que poseía, en medio de burlas de los filisteos que intentan embriagarlo contando además con la ayuda de la voluptuosa Dalila. Tiene su alma herida y aún así pide ser conducido entre los dos pilares que sostienen el techo del templo donde se desarrollaba la danza. Ruega a Jehová le sea restituida su fuerza para aniquilar a los malvados. Es el final de la mejor ópera de Saint Säens que contiene el lirismo de los cantos hebreos, la homogénea cuerda representa el esfuerzo final del gigante, los pilares se rompen y el techo cae en medio de un estruendo terrible sepultándolo a él pero también a sus enemigos bajo el peso inevitable de los escombros. Distinguidos los solos de Emilio Lépez (oboe) y Marina Tiburcio (flauta).
La segunda parte comenzó con un breve y atinado comentario a cargo de Gonzalo Fernández Barrios en el que también participó el maestro Zur que anticiparon algunas características de lo que se llama un documento humano. No me caben dudas que la “patética” así llamada la Sexta Sinfonía de Tchaikovski es el retrato musical más aproximado a lo que fue su inquietante vida. Fueron cincuenta y tres años cargados de momentos felices, pero también de otros donde la infelicidad lo sumía en una tristeza infinita o en profundas depresiones. Luego de su estreno, nueve días después, el compositor dejaba este mundo con la sensación de haberlo dicho todo. Se fue con su tormento sexual a cuestas, hecho no fácil de mostrar por parte de la música, pero la partitura lo dice, la orquesta, conocedora de la obra, lo sabe y el maestro Zur construye uno de sus mejores trabajos desde que ocupa la titularidad del podio. También hubieron destacados solos: Francisco Antonio Aray (fagot), Santiago Clemenz (flauta), Eugenio Tiburcio (clarinete), Fernando Jimenez (clarinete bajo). Esta sexta sinfonía del inolvidable músico ruso deja al desnudo, como ya lo dije antes, sus dudas, sus incertidumbres, sus períodos de rebelión ante su destino, también sus alegrías hasta llegar a su inmensa tristeza final. En lo personal coincido con quienes dicen que la obra resume la vida del autor, su adolescencia, sus luchas, sus momentos felices que no fueron pocos, su desolada etapa final. Se trata de una de las esplendorosas muestras del romanticismo tardío del siglo XIX. Noam Zur nos trajo apasionadamente una partitura de tal belleza que es posible decir que la apertura de la temporada promete un año emocionante que por otra parte tiene el plus del homenaje que durante todo el año se brindará a la conmemoración de los doscientos cincuenta años del nacimiento del gigantesco Beethoven, como está ocurriendo en todo el mundo.
Nombré al maestro Zur y aprovecho para señalar algunos aspectos. La emotividad lograda no puede hacerse sin dominar los aspectos técnicos de la dirección orquestal. Su expresividad surge de un espíritu libre que intenta y logra transmitir sus sentimientos al intérprete. Lo curioso es que el oyente, personaje en general pasivo en la ejecución musical, también recibe el lenguaje de su gestualidad. Estoy firmemente convencido que Noam Zur le ha aportado al grupo sinfónico de Salta, el concepto artístico que un músico de orquesta debe poseer. Para no ir muy lejos, esta noche, la ejecución del tercer y cuarto movimiento sin solución de continuidad fue una decisión notable, pues evitó el aplauso extemporáneo cuando hay un corte entre esos dos movimientos. Imagino, porque no lo conversé con el maestro, que su capacidad de conducción no carece de su forma de involucrarse con el compositor mediante el estudio de sus cartas, sus notas, sus historias públicas o de cierta privacidad. Ser maestro asistente nada menos que de Pierre Boulez no es algo menor sino que seguramente ha tomado de él detalles no fáciles de conseguir de otro modo, como también lo fue su cercanía con el maestro Claudio Abbado. Cuando menos, disfrutemos su presencia este año al frente de la orquesta local.