La ópera y sus intentos renovadores durante la pandemia
Escribe: Néstor Echevarría
(La Prensa 31 de marzo 2021)
En una época de transformaciones, de nuevas experiencias que ha permitido que los rigores del Covid-19, y sus efectos en todos los aspectos de la actividad teatral y musical , comenzaron a plantearse soluciones asociadas, surgiendo también además de las mas racionales, algunas curiosidades y propuestas insólitas.
Y en este sentido, como hemos venido analizando ,desde los cierres totales de teatros liricos, en un comienzo, hasta las ulteriores aperturas (el desconfinamiento) se han dado una gran cantidad de intentos y soluciones. De acuerdo a los protocolos sanitarios fueron abriendo muchos teatros europeos , pero con cancelaciones inmediatas también, según las circunstancias de olas y rebrotes casi permanentes.
Vale decir, señalamos la perdurabilidad y sostenimiento de las aperturas y en otros casos la interferencia de los rebrotes pandémicos que interrumpieron -y hasta anularon- esos intentos. Colateralmente, los “streamings” en vivo fueron reapareciendo en abundante forma debido al proceso que describimos.
Haciendo entonces un análisis evaluativo, vemos logros y labor sostenible en ejemplos como la temporada aún en pleno curso del Teatro Real de Madrid, con sus sorprendentes aportes, con un aforo del sesenta por ciento (que es elevado) de las localidades en una demostración de enjundia,. Inteligencia, razonable vínculo con los protocolos, cumpliendo así con estudios minuciosos de los espectadores, intérpretes, instrumentistas, etc.
Si el teatro madrileño y otros que le acompañaron en estas circunstancia ha ensayado intentos de puestas muy recurrentes a los protocolos sanitarios, en cambio, la moderna Opéra de la Bastille que integra con la emblemática Opéra Garnier la Opéra National parisina, apuntó recientemente, además de aquello, a una búsqueda de intentos renovadores y excéntricos en cuanto al repertorio tradicional, como si la pandemia hubiese obligado a buscar un sesgo desafiante, heteróclito, apuntando a recreaciones de obras operísticas consagradas. del punto de vista de las escenificaciones y sus contextos.
Tomando este caso en particular, recientemente se prepararon dos puestas con fuerte difusión publicitaria, dos experiencias francesas que debieron salir solamente por streaming, sin público., por la nueva ola de casos. Una fue el antojadizo enfoque de “Aida” con un importante reparto de cantantes, como la aclamada soprano estadounidense Sondra Radvanovsky, el admirado tenor germano Jonas Kaufmann, el gran baritono galo Ludovic Tézier y la joven y creciente mezzo rusa Ksenia Dudnikova (la menos exitosa en este “cast” ) dirigidos por el maestro italiano Michele Mariotti.
Pero la puestista holandesa Lotte de Beer (39), alerta siempre a un acercamiento del género a los jóvenes, y con la idea de renovación. instaló fundamentos en la admirable ópera de Verdi relacionados con épocas de colonización y problemas raciales, apelando también al recursos de emplear marionetas (o dobles) de los personajes. ¿Sorpender, era su intento, con algo novedoso y estrafalario?
Este y otros matices van teniendo una pretendida visión de relecturas escénicas en un momento de incertidumbre, pero no fue la última realización de la Opéra-Bastille que se tornó en epicentro de estos intentos parisinos en streaming y que no contaron con público que pudiera expresar presencialmente su reacción.
También el llamado viaje de “Faust”, la célebre creación de Charles Gounod, basada en la obra de Goethe, hacia Paris, concebido por el régisseur alemán Tobias Kratzer (41), lo transforma en un alegato a la expresión del mundo actual ,donde entiende que expresa una obsesión por el retorno a la juventud. Lo sitúa en el ambiente de Paris con una producción multimedia con mapeo, proyecciones y cámaras en vivo, en un elenco que protagoniza el ascendente tenor francés Benjamin Bernheim y la conocida soprano albanesa Ermonela Yaho, que recordamos del Colón. “Es como crear una ópera cinematográfica”, señaló el puestista.
Por cierto que estas visiones excéntricas no hacen a la totalidad del movimiento en nuestra época, pero entrevén un espíritu de cambio para con el público. Para el veterano director francés de teatros liricos Stéphane Lissner (68), (que estuvo en la Scala, la Opera de Paris y ahora recaló en el San Carlo de Nápoles) preanuncia cambios en el mundo lirico una vez que vaya quedando atrás la pandemia. “La ópera debe abandonar su torre de marfil” sentenció, con reflexiones acerca de ser sostenible (o sustentable ,como concepto afin) en nuestra época.
De lo que no cabe dudas, es que la pandemia sigue influyendo y armando un abanico de ideas, también en la escena lírica.