La Orquesta Estable del Colón
Teatro Colón
Jueves 15 de julio de 2021
Escribe: Néstor Echevarría
Orquesta Estable del Teatro Colón
- Romanza para violin Nª 2 en Fa mayor,op.50, y aria de concierto “Ah Perfido!”, op.65, ambas de Ludwig van Beethoven
- Sinfonia Nº 5 en Si bemol mayor, D..485 de Franz Schubert
Director y concertino Freddy Varela Montero.
Solista: Carla Filipcic Holm, soprano.
Puede decirse que el concierto programado por la orquesta estable del Colón estableciò con los dos grandes creadores abordados, Beethoven y Schubert, una conjunción entre lo clásico y lo romántico, dando lugar a obras muy tempranas de Beethoven como la segunda romanza para violín, que data de 1798, y a la vez internarse en el mundo de Franz Schubert, autor de una valiosa obra juvenil compuesta a los diecinueve años.
Alcanzó por ello interés esta velada, primero en la recreación de esa fresca romanza que el genio de Bonn escribió antes de trasladarse a Viena y recién se editó en 1805 junto con otras obras. Fue en realidad la segunda, en Fa mayor, de sus dos romanzas tempranas. Y allí se advirtió en el concierto de referencia la labor dual de Freddy Varela Montero, concertino y a su vez director en esta ocasión, nacido en Concepción, Chile, y radicado entre nosotros en su reconocida labor actual en la Estable.
Un plantel algo menor de treinta ejecutantes lo acompaño en este concierto en que exhibió su dinámica y efectividad en esa labor duplicada, dando a la orquesta precisión y buen sonido en sus grupos instrumentales.
A renglón seguido se lució la soprano Carla Filipcic Holm en una pieza de concierto beethoveniana de características especiales y cuya presencia se ha tornado famosa. “Ah! Pérfido”, opus 65, lleva texto del afamado poeta italiano Pietro Metastasio, cuyo verdadero apellido era Trapassi, escritor, poeta y libretista de ópera celebre.
Escrita en la tonalidad de Do mayor, data de 1796, cuando el músico contaba 26 años. Esta obra juvenil de lirismo y emoción fue bien vertida por la soprano sol.ista, con su amplio y solvente material vocal, homogéneo en su color y al cual da riqueza de expresión, y una línea beethoveniana destacable., logrando merecidos aplausos.
Finalmente, Varela Montero como director (y en el atril de concertino) asumió ambos roles la quinta sinfonía schubertiana , en Si bemol mayor, con prolijidad y efectiva comprensión por todo el plantel interviniente, de una pieza que el autor ejecutó en la casa de un músico vienés en su origen y donde el “Allegro”, por ejemplo, se ajusta al espirtu mozartiano,aunque con ribetes personales. Bien dirigida en la ocasión, fue el cierre de una velada donde la Orquesta Estable, reducida a los fines del protocolo, generó una velada.de calidad. N.E.
Calificación: Muy bueno