Atractiva función de la OFBA en el Colón
Teatro Colón
Viernes 13 de agosto de 2021
Escribe: Néstor Echevarría (La Prensa,15-8-21)
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Programa: “Le tombeau de Couperin”, de Maurice Ravel
Concierto para violonchelo Nº2 en Re mayor,op.101, de Franz Joseph Haydn
“Pulcinella”, suite, de Igor Stravinsky
Dirección: Enrique Arturo Diemecke
Solista José Araujo,violonchelo.
El cuarto concierto de la Filarmónica de Buenos Aires , con el aforo reducido y los protocolos sanitarios siempre vigentes, incluidas pantallas de metacrilato para los vientos, tuvo una estructuración diríamos simétrica sobre el eje central del clasicismo haydniano y dos expresiones del siglo XX (de Ravel y Stravinsky) bastante paralelas en el tiempo y en función de corrido, sin intervalos, como son los conciertos en este tiempo de pandemia. que rondan una medida de hora y media normalmente.
Comenzó con “Le tombeau de Couperin” de Maurice Ravel, que la escribió para piano originalmente y tres años después la estrenó con un orgánico camaristico en París,en 1920. Fueron momentos difíciles en la vida de Ravel, tormentosos diríamos, que le llevaron a evocar lo que en el barroco se denominaba “tombeau”, una pieza de homenaje, y lo hizo referido a Francois Couperin, un admirable maestro del clavicémbalo en el barroquismo francés.
Una versión prolija y refinada propuesta por el director Enrique Arturo Diemecke, con los instrumentistas evocando la forlana, danza antigua italiana que se introdujo en Francia, el popular menuet y el rigoudon, antigua danza de ritmo binario, entre otras.
El centro del concierto, como dijimos, lo constituyó la pieza de Franz Joseph Haydn, el segundo de sus conciertos para violonchelo, en Re mayor,op.101, publicado en 1804, aunque compuesto casi dos decenios antes. Allí Haydn demuestra su capacidad para tratar al violonchelo como solista, y se cuenta que lo asesoró el exitoso Anton Kraft, un especialista en su época.
De manera que lo convierte en un ejemplo para el lucimiento del solista del instrumento, con sus armónicos, melodías y arpegios. Por eso habrá que ponderar la efectiva y lucida labor del violonchelista de la OFBA, José Araujo que en los tres movimientos y en el rondó “allegro” final, con sus compases de mayor virtuosismo, destacó los méritos adquiridos con distinciones de instituciones varias de nuestro medio. Recibió una justa y prolongada ovación.
Finalmente, ”Pulcinella”, de Igor Stravinsky surgida como un ballet con voces, a propuesta del famoso Diaghilev, fue volcado por el compositor en una suite para un orgánico de cámara, basándose en temas del célebre Giovanni Battista Pergolesi., haciendo desfilar,alusiones a la serenata, la tarantela, la gavota, el minuetto, entre otros. En esta suite que data de 1919, la evocación de la música italiana aparece con primacía y Diemecke y sus músicos expusieron con relieve esta pieza del compositor ruso dando cierre a una atractiva sesión.
N.E. Calificación: Muy bueno