Con Rene Pape en el papel protagónico
“BORIS GODUNOV”, SEGUNDO TÍTULO DEL MET
New York Metropolitan Opera House
Martes 28 de Septiembre de 2021
Escribe: Carlos Ernesto Ure
Nueva York (especial)- Después del éxito de “Fire shut up in my bones”, y previa cancelación de “Iphigenia en Tauride” (Plácido Domingo y Susan Graham) y de una función de “Turandot” (con Christine Goerke), la temporada de la Metropolitan Opera House prosiguió con “Boris Godunov”. Sin turismo europeo en esta ciudad (los ciudadanos de la UE tienen dificultades para ingresar a Estados Unidos), la ópera de Moussorgsky se ofreció curiosamente en su versión de 1875 (primera publicación de la partitura), que recoge la orquestación original del compositor (despojada de los coloridos tímbricos incorporados por Rimsky-Korsakov) y contiene algunos agregados respecto del estreno (1869).
Decorados austeros
Reducidos así el Prólogo y los cuatro actos a siete escenas que se desarrollaron sin intervalos a lo largo de ciento cuarenta minutos, privada de su opulencia cromático- dramática, la célebre ópera rusa (ya ofrecida tal cual en 2010 con Gergiev) pasó de este modo por el tamiz de un “purismo” de dudosa conveniencia. En esta dirección la producción del reconocido “regisseur” neoyorkino Stephen Wadsworth pareció orientar teatralmente la historia de Pushkin a contenidos si se quiere más interiores, apartados de una épica grandilocuente (¿no se desnaturaliza así la narrativa trágica original?), ello dentro de un marco visual que sin perjuicio de las escenas de masas, se vio siempre despojado, apenas sugerente, casi como si se tratara de un cuadro escénico de perfiles minimalistas.
Por su lado, la orquesta del Met, tal como es habitual, fue animadora de una ejecución técnicamente espléndida (los dieciocho meses de receso no afectaron para nada su categoría). En el podio estuvo Sebastian Weigle, maestro alemán que condujo con categórica seguridad y pulcritud, mas con notoria lentitud, silencios prolongados más de la cuenta y fraseo cuadrado, lo que plasmó en definitiva una ejecución lavada, despojada de sus sustantivos rasgos trágico-dramáticos (es obvio que no se puede dirigir “La viuda alegre” y “La mujer sin sombra”, “Lohengrin” y Mozart y hacerlo todo bien).
Las voces
Preparado por Donald Palumbo, el coro de la casa lució toda la belleza de sus cuerdas, tanto en conjunto como por secciones, y se manejó con flexibles gradaciones.
En cuanto a los solistas, el bajo estonio Ain Anger (Pimen), figura destacada en el panorama internacional, mostró en esta ocasión ciertas fisuras en la línea de canto, al tiempo que el barítono ucraniano Aleksey Bogdanov (Schelkalov), y el virginiano Ryan Speedo Green (Varlaam) exhibieron registros recios, de penetrante potencia. El tenor Michael Paster (Shuisky) personificó con voz apropiada a su retorcido cortesano, al tiempo que en la parte protagónica Rene Pape (Colón, 2014) encarnó al zar Boris con metal homogéneo, mantenido en plenitud y manejado con criterio, inflexiones expresivas y absoluto control. Sin embargo, tal vez para estar a tono con la impronta de esta representación, en su cotejo con los grandes bajos de la historia y su gran tradición trágica (Chaliapin, Christoff, Rossi Lemeni, Kipnis, Pinza), su recorrido digámoslo desde ya, no alcanzó los conmovedores acentos, la vibración propios de su torturado personaje, para centrar en cambio su composición por los
carriles de un íntimo desastre interior.
Carlos Ernesto Ure