OTRA BOHEME
Teatro Colon
Jueves 17 de marzo de 2022
Escribe: Roberto Falcone
Desde su estreno, el 1 de febrero de 1896, en el Teatro Regio de Turin, bajo la dirección de Arturo Toscanini, La Boheme cuarta opera compuesta por el Maestro Giacomo Puccini se ha convertido en una de las operas más populares del repertorio lírico, y por ende una de las más representadas.
El mismo año de su estreno, llega a Buenos Aires donde se presenta con gran éxito en el Teatro de la Opera bajo la dirección orquestal de Edoardo Mascheroni, junto a Hariclee Darclee, como Mimi y Emilio de Marchi, como Rodolfo, representándose ocho funciones. La obra sigue apareciendo frecuentemente en las carteleras porteñas y finalmente el 16 de julio 1909 se estrena en el Teatro Colon con Eugenia Burzio, Alessandro Bonci y Giuseppe De Luca como protagonistas. De ahí en más, La boheme es representada en nuestro teatro en 51 temporadas con elencos y batutas históricos.
La versión que nos ofrece este año el Teatro Colon en su apertura de temporada, con su primer elenco, seguramente no pasará a la historia.
En el rol de Rodolfo se presentó el tenor Saimur Pirgu ya conocido en nuestro medio. Fue realmente el mejor de la noche. Voz potente, con delicados detalles de expresión vocal, y buena actuación.
Nuevamente Veronica Cangemi encara un personaje pucciniano, en este caso Mimi, con los mismos magros resultados de su Liu de 2019. Su voz no tiene frescura, tampoco conmueve y su actuación es por momentos exagerada con expresiones dramáticas sobre el canto fuera de estilo.
El barítono Alfonso Mujica interpretó el rol de Marcelo. Insuficiente en lo vocal, voz despareja, escasos recursos actorales, no estuvo a la altura para interpretar un rol protagónico en el escenario del Teatro Colon.
A Giuliana Gianfaldoni, como Musetta, pudimos escucharle en “Vals” del segundo acto; después desapareció vocalmente de la obra.
Muy bien Fernando Radó como Colline, luciéndose en el “Vecchia zimarra”. Intrascendente el trabajo de Juan Font como Shaunard.
La Orquesta Estable dirigida por el Maestro Alain Guingal, sonó ajustada y acompañó con solvencia a los cantantes.
La dirección escénica de Stefano Trespidi fue convencional. Con demasiado movimiento para no ir a ningún lado y no hacer nada. Por momentos fuerza situaciones sin sentido.
La escenografía de Enrique Bordolini, si bien es bella a la vista desde la sala, parece poco práctica para el desarrollo de la acción teatral.
En síntesis, una Boheme más a la que habrá que anotar pronto en la cronología del Teatro Colon antes de olvidarnos de ella.
Roberto Falcone