Gala de Juventus Lyrica. Reapertura del Teatro Avenida
Teatro Avenida, Buenos Aires,
Domingo 3 de julio de 2022
Escribe Eduardo Balestena
Elenco, Orquesta y Coro de Juventus Lyrica, dirigidos por Hermán Sánchez Arteaga y Hernán Schvartzman
Dirección de escénica: Ana D´anna y María Jaunarena.
Iluminación: Gonzalo Córdova.
Vestuario: María Jaunarena
Maquillaje y Peinado Silvana Caruso
En una Gala Lírica dedicada al maestro Antonio María Russo, uno de los propulsores iniciales de Juventus Lyrica, a la cual le dio el nombre, la entidad volvió a su labor artística presencial en la destacable y cuidada presentación que marcó además la reapertura de la actividad operística en el Teatro Avenida.
“De la cuarentena salgo cantando” fue el lema de Juventus Lyrica para su programa de formación a distancia en tiempos de aislamiento; un término que en sí mismo opone a la adversidad el poder de la creación y del trabajo que conlleva, una de las pocas estrategias válidas para hacer frente a tiempos de oscuridad e incertidumbre.
“En 2022 tenemos por delante el desafío de zurcir e intentar reparar el tejido roto que nos dejó la pandemia… ese es el terreno al que debemos una mirada esperanzada y en el que debemos sembrar los brotes para que vuelva a germinar” señalan Ana D´anna y María Jaunarena en la introducción del programa de mano de la Gala.
Es dable citarlo porque la presentación –que lo es además de nuevos cantantes surgidos precisamente en la actividad en tiempos de encierro físico- estuvo marcada por la espontaneidad y la gracia: las hebras de un tejido roto se recomponen por la esperanza y la imaginación.
El repertorio
En un extenso arco que va desde Laschia ch´io pianga, de Rinaldo, de Haendel, a Wie die Weiber, de La viuda alegre de Lehar o Bruderline, de El Murciélago, de J. Strauss hijo, el repertorio incluyó momentos entrañables de la ópera, como La canción del Toreador, de Carmen, de Bizet o Un di se bem rammentomi, el bellísimo cuarteto de Rigoletto, de Verdi, o Hélas mon coeur s´egare encore, de Los Cuentos de Hoffman, de J. Offenbach, por citar algunas de las 30 partes que integraron el programa, en una elección que descansa en la belleza melódica, el lucimiento de los cantantes y la centralidad en el género de los fragmentos escogidos.
Ello demanda un esfuerzo de versatilidad tanto de los cantantes como de la orquesta, que pasa de los sombríos acordes del final de Carmen a la opereta de Strauss.
El manejo escénico
Ya desde la entrada el Dueto de las flores, de Lakmé, de Delibes o Voi che sapete, de Las bodas de Fígaro, de Mozart, daban la bienvenida a los espectadores, introduciéndonos así a un manejo inventivo de la escena.
El dominio de dicha escena fue uno de los elementos más notorios de esta actitud de oponer la alegría a la adversidad y se evidenció de varias maneras: una de ellas fue que cada cantante tuvo un gran dominio actoral, en su gestualidad y desplazamientos; otra de las soluciones fue integrar la platea a la actuación: en Com´e gentile, de Don Pasquale, de Donizetti, el tenor Patricio Oliveira se introduce a a la escena dando su serenata mientras camina por el pasillo que separa las filas de butacas y el maestro Sánchez Arteaga lo acompaña en guitarra. En otro momento Laura Penchi, como Musetta, al cantar el famoso vals saca a bailar a un espectador o, en el bellísimo coro Zitti, zitti, de Rigoleto los cantantes que representan a los cortesanos, en lugar de raptar a Gilda se llevan del escenario al maestro Sánchez Arteaga. Ataviadas con vestidos cuyo vuelo recuerda a las alas de los murciélagos, la Reina de la noche y las damas que la secundan asustan a un Papageno ávido de estar en la escena.
Sería muy extenso enumerar cada uno de estos episodios que requieren una gran precisión para ser ejecutados en el escenario.
Las voces
Nuevas voces fueron integradas en una misma representación con otras ya reconocidas, como Rocío Arbizu, Monserrat Maldonado o Laura Penchi (dicho esto a título ejemplificativo y sin ánimo de incurrir en omisiones). Marcelo Gómez compuso a dos personajes torturados, como lo son Don José, en C´est toi, c´est moi, de Carmen, de Bizet y Canio en Vesti la giuba, de I Pagliacci de Leoncavallo. Constanza Díaz Falú, Laura Penchi y Carolina Gómez destacaron por igual alternándose pasajes de Der hölle rache, de La Flauta Mágica, de Mozart. Gabriel Carasso fue nuevamente Papageno en Ein madchen oder weibchen, de La Flauta Mágica, con la misma gracia con la cual interpretó el papel en 2019. Ivana Ledesma, Estefanía Cap, Ernesto Bauer y Pablo Urban abordaron el cuarteto Un di se bem rammentomi, de Rigoletto en las bellísimas líneas de canto de un fragmento que alterna el juego de dos planos y situaciones diferentes, de uno y el otro lado de un imaginario muro. Carolina Gómez mostró la belleza de su voz en la Canción de la luna, de Rusalka, de Dvorak, así como Monserrat Maldonado en Casta Diva, de Norma, de Bellini.
Hubo muchos momentos así a lo largo de la presentación y no sería posible enumerarlos a todos.
La orquesta
La función orquestal fue llevada a cabo por un ensamble de dos violines, viola, cello, contrabajo; flautas, oboes, cornos, fagotes, y piano.
Que estuviera formada con músicos tan destacados como Amalia del Giudice (clarinete); Martcho Mavrov o Soldar Geldymuradov (concertino), así como otros, habla de su nivel.
El piano (Tamara Benítez) por momentos llevó la línea melódica y en otros reforzó los armónicos en los bajos orquestales y pocas veces delató su presencia. La orquesta fue siempre un todo.
En texturas como la del canto, basta, por ejemplo en Casta Diva, el solo de flauta que secunda a la voz solista y las maderas que la acompañan. El repertorio, salvo en el final de Carmen, no requería una acumulación sonora ni un esplendor tímbrico sino el sonido neto y preciso y así trabajó a lo largo de toda la extensa presentación. Un ejemplo fue Venez amis, de El Conde Ory, de Rossini, que cerró la primera parte: una figura binaria de forte/suave se alterna y crece y sobre ella se apoyan las voces, en un diseño también sencillo pero muy efectivo que va, como es típico en el compositor, in crescendo en la intensidad y la rapidez y se sucede, con precisión matemática, a lo largo de todo el número. La belleza del fragmento pone en un segundo plano el virtuosismo que demanda.
Vestuario e Iluminación
Cuidados al extremo, vestuario e iluminación –lo mismo puede decirse de maquillajes y peinados-, junto con los movimientos escénicos, en su aparente espontaneidad, meticulosos al detalle, no sólo construyen una atmósfera sino que son el soporte físico en los que música y voces encuentran escenario capaz de realzarlas.
La ópera es una presencia, algo que rompe la realidad cotidiana y marca una diferencia y de eso se trata.
Una nueva etapa
En el texto del programa de mano Juventus Lyrica expone su amplio programa de actividades, tanto en las provincias argentinas que articulan con el sistema como en los países enlazados con éste.
Con el apoyo de la Fundación Williams y otras instituciones ha llevado a cabo esta intensa actividad, otorgando becas para clínicas y talleres de técnica vocal.
“Nunca bajamos los brazos, porque desde nuestro acotado espacio como organización sin fines de lucro, sabemos que nosotros también hacemos política cultural, permitiendo que cada año cientos de chicos tomen contacto con la música clásica por primera vez y que cientos de cantantes se inicien en la difícil carrera del canto lírico, convencidos de que el arte es mucho más que entretenimiento”, señalan.
La que vivimos fue la fiesta que coronó tales ideas y tal actividad y el mensaje es que el trabajo y el talento pueden dar frutos aun en tiempos de oscuridad.
Eduardo Balestena