Concierto de Javier Camarena
Teatro Colón
Sábado 30 de Julio de 2022
Escribe: Roberto Falcone
Fotos: Arnaldo Colombaroli
- Javier Camarena - tenor
      - Alyson Rosales - soprano
 -  Angel Rodrigez - piano
        
      En un concierto  inesperado, ya que no había sido programado al anunciarse el año anterior la  presente temporada, el Teatro Colon ofreció un recital de un muy destacado  cantante de la actualidad; el tenor Javier Camarena. Camarena, (ya conocido por  el público del Colon por ese magnífico concierto que ofreció en 2017),  viene también a presentarse en la nueva  producción de L’elisir d’amore, de Donizetti, que subirá a escena la próxima  semana.
      La voz de los cantantes  líricos va madurando y por ende, cambiando a lo largo de sus carreras. Debido a  esa natural e inevitable maduración de la voz, el cantante va adaptando  necesariamente su repertorio y su técnica a las nuevas circunstancias que ese  cambio natural le  impone. No se canta  igual cuando se tiene veinte años, que a los treinta o a los cuarenta y es por  eso, que cuando se llega a esos momentos de adaptación a una nueva vocalidad hay  que ir probando el nuevo repertorio hasta alcanzar la maduración plena, la  comodidad necesaria para abordarlo y una nueva “memoria muscular” para sostener  la técnica.
      Javier Camarena está en  ese proceso, por lo que se explica la naturaleza del programa elegido. Ya está  dejando de ser el tenor ligero, o “tenor de gracia”, como se solía llamar a su  tipo de voz en algún momento, para convertirse en un tenor lírico. 
      Si bien conserva esos  brillantes y fáciles agudos, y esa estupenda línea de canto belcantista con la  que nos conquistó en 2017, su centro está tomando otra consistencia que lo  lleva a pasar a un registro de tenor lírico neto. Es por todo esto, que se  justifica que haya incluido en este concierto, arias como la de I Lombardi,  Manon  y Boheme que apuntan hacia ese  nuevo horizonte que se le aproxima. Su mayor lucimiento en esta noche, sin  embargo, fueron el aria de Tebaldo, de I Capuleti e i Montecchi, de Bellini,  (que no se escuchaba en el Colon desde 1971, interpretada por Umberto Grilli,  en ocasión de la representación de esa opera, que protagonizaron Renata Scotto  y Renzo Casellato), y Spirto genti, de la Favorita.
      La calidad de su canto,  la entrega en el decir, y su estupenda musicalidad, son cualidades constantes  que no se pierden y hacen de Javier Camarena el gran artista que es. Y es en  ese contexto, sumado a que se encuentra plenamente abocado a los ensayos de  L’elisir, que estrena en pocos días, que se justifica plenamente que en los  bises no haya cantado algunos de sus “caballitos de batalla”, como la famosa  aria de Tonio de La fille du regiment, que parte del público le reclamaba. En  cambio, interpretó canciones populares con muy buen gusto, y que por otra  parte, no son ninguna novedad ya que lo ha hecho a lo largo de toda su carrera.
      Conocimos a una nueva  soprano; Alyson Rosales, que comienza su camino artístico, y como premio de un  concurso, Camarena le ofreció la oportunidad de presentarse junto a él en este  concierto. Rosales tiene una agradable voz de soprano lírica, robusta y de buen  volumen que lució principalmente en el “Si, mi chiamano Mimi”. Cantó  correctamente “Eccomi in lieta vesta” de Capuleti, pero el “Aria del veneno”,  de Romeo y Julieta de Gounod no fue tan bien servida. Esta es un aria difícil,  que solía cortarse en las representaciones de esta opera en otras épocas, y  requiere una madurez vocal e interpretativa más relevante a la que la  promisoria soprano ha alcanzado hasta ahora.
      Muy buen acompañante el  pianista Angel Rodriguez, que interpretó una versión para piano solo de la  Habanera de Carmen, con arreglos propios, que no aportó nada, pero demostró su  calidad de ejecutante.
      En resumen;  un buen concierto con un gran tenor  adaptándose bien a sus nuevas circunstancias con una soprano que promete, pero  que debería elegir con más cuidado alguna de las arias a interpretar.
      Párrafo aparte para los  aplaudidores a destiempo de siempre, que ni siquiera conocen cuanto termina el  dúo “O soave fanciulla”. 
      Peor aún el papelón de  tener al tenor sobre el escenario, dispuesto a comenzar la segunda parte del  concierto, esperando que un público irrespetuoso reingrese a la sala. Cosas jamás  vistas en el Colon, y que forman parte de esta degradación cultural que estamos  padeciendo.
      Roberto Falcone

