ECOS de El Barbero de Sevilla en el Teatro Luz y Fuerza
Teatro Luz y Fuerza
Viernes 2 de septiembre de 2022
Escribe: Ricardo Mandel
El Barbero de Sevilla (1816), ópera de Gioachino Rossini sobre libreto de Cesare Sterbini basado en “Le Barbier de Séville”, primera parte de la trilogía teatral de Pierre-Augustin de Beaumarchais (1775)
Dirección Músical y Escénica: César Tello.
Producción Artística: Juan Carlos Montamat
Elenco:
Fígaro: Omar Carrión
Rosina : Claudia Cota
Bartolo : Alberto Jáuregui Lorda
Il Conde D’ Almaviva : Santiago Martinez
Basilio : Miguel Gualano
Berta : Mónica Koggionis
Fiorello / Ufficiale : Tomás Eckart
Mucamas de Rosina y Bartolo : Marcela Molina, María Teresa Martínez, Mariana Kalajián
Orquesta y Coro estable Clásica del Sur
Realización de Vestuario: Teresa Pasquini, María Teresa Martínez y Verónica Buosi
Diseño de escenografía: Zacarías Gianni
Diseño de luces: Mauricio Rinaldi
Asistentes de Dirección Musical & Artística: Lidia Forastieri, Mariana Roccatagliata, David Reinhardt & María Lorena Sayegh
Per un barbiere di qualita
A menudo leemos que resulta mucho más difícil para el dramaturgo concebir una comedia efectiva que una obra seria, sobre todo si se trata de mantener un alto nivel artístico al tiempo de lograr divertir a la audiencia con altura y sin caer en la vulgaridad. Ese logro se verá amplificado en el caso de Rossini, conocido en su tiempo por sus óperas serias, y que se vio forzado a alterar el libreto y el título originales para no incomodar al célebre Giovanni Paisiello que venía cosechando éxitos por toda Europa con su propio Barbero desde 1782. Solo tres semanas le alcanzaron para componer la que estaría destinada a constituir su gran obra maestra, y que tras un estreno fallido en el Teatro Argentina de Roma, iría ganando la aprobación de los públicos más diversos hasta nuestros días.
La historia narra la seducción de Rosina, pupila del viejo médico Don Bartolo, por parte del Conde de Almaviva, con la ayuda del barbero Figaro, contra las propias intenciones amatorias del médico auxiliado por las intrigas de Don Basilio, profesor de música de la joven.
En esta oportunidad, tanto el rol de Rosina como el del Conde son cantados por debutantes. La soprano mexicana Claudia Cota deslumbra con su acabada técnica, brillando con cada coloratura, alcanzando sobreagudos cristalinos y haciendo una sabia administración de sus recursos en cada una de sus intervenciones. Ya desde la famosa aria “Una voce poco fa” se anticipa lo que será un festival de buen gusto tanto en lo actoral como lo vocal a lo largo de toda la obra, el cual alcanza su cénit en la escena de la lección de música, para la cual interpreta con solvencia las endiabladas coloraturas del “Tema y Variaciones” de Heinrich Proch (1809-1878).
El ascendente tenor Santiago Martinez que viene de debutar como protagonista en el elenco de extraordinarias de L’Elisir D’amore en el Colón, logra emocionar a Rosina (y al público) en cada una de sus intervenciones a lo largo de la trama en la que encarna con soltura escénica los diversos personajes que le pide el libreto. En todos los casos, su voz corre sin problemas por toda la sala con muy buena afinación y convincente emisión.
Dos veteranos artistas líricos dictan cátedra en los restantes roles protagónicos. El bajo Alberto Jáuregui Lorda, que escuchamos este año en el doble rol de Alcindoro y Benoit (La Boheme de Giacomo Puccini) en la apertura de la Temporada lírica del Teatro Colón, descolló en su interpretación de Don Bartolo, típico personaje bufo que sufre las intrigas del resto del elenco para desbaratar sus planes nupciales arrancando carcajadas del público en cada intervención.
Verdadero tejedor de la trama, el barítono Omar Carrión –a quien ya habíamos disfrutado con su antológico Giorgio Germont en “La Traviata” de Giuseppe Verdi, presentada en Mayo en la misma sala-, destaca con su Figaro que canta con perfecta emisión y finísimos detalles actorales pulidos a lo largo de sus 113 funciones en el rol. Ya con su archiconocida entrada “Largo al factotum”, Carrión despliega todo su oficio respetando fielmente la partitura, e incorporando ingeniosos gags de su creación que deleitan en todo momento al espectador.
El bajo Miguel Gualano lleva a buen puerto su Don Basilio, conquistando al público en su célebre aria “La calunnia è un venticello”, al tiempo que la soprano Mónica Koggiornis derrocha gracia en su única aria “Che vecchio sospettoso!” del segundo Acto. El barítono Tomás Ekcart debuta en forma correcta el rol de Fiorello.
Las mucamas compuestas por Marcela Molina, María Teresa Martínez, Mariana Kalajián, aportan su cuota hilarante en cada escena, reforzando actoral y visualmente el carácter cómico de la obra.
La orquesta integrada en su mayoría por jóvenes músicos logra una lectura refinada de la partitura a lo largo de las tres horas que dura el espectáculo, al tiempo que el coro estable de la compañía lleva adelante su faena con dignidad.
Merecen una mención especial los bellos vestuarios e imaginativas pelucas diseñados por el propio Cesar Tello y realizados por Teresa Pasquini, María Teresa Martínez y Verónica Buosi, así como la efectiva y sencilla escenografía creada por Zacarías Gianni y el diseño de luces de Mauricio Rinaldi, los cuales dan un marco de realce a la presente producción.
La compañía lírica Clásica del Sur dirigida por el Maestro César Tello, tiene sede en el Teatro Luz y Fuerza del barrio de San Telmo, una sala de acústica refinada y buena capacidad, con un foso algo pequeño pero efectivo, ideal para satisfacer las necesidades de la ópera independiente. Allí confluyen diversas facetas de esta agrupación, como la formación de nuevas voces, la enseñanza coral y por supuesto la producción de entre 4 y 5 títulos por temporada desde hace ocho años. En esta oportunidad, debemos decir que nos encontramos con un verdadero Capolavoro, producto de una compañía que se supera a si misma con cada presentación, combinando artistas consagrados con debutantes, bajo la efectiva dirección tanto musical como de escena del propio Tello, quien logra que la sabia maquinaria concebida por Rossini funcione como un mecanismo de relojería. Cada frase, cada intervención y desplazamiento escénicos ocurren con una lograda sincronización, lo cual sumado a la calidad de los intérpretes convocados, permite alcanzar el estado de gracia en la presente producción, cuyo ritmo y virtuosismo no decaen a lo largo de las casi tres horas de espectáculo.
En resumen, vale la pena asistir a cualquiera de las dos funciones que restan (hoy Sábado a las 20:30 ó mañana Domingo a las 18h, en Perú 823 (Informes y reservas: 11 5323 1267) y disfrutar de esta producción de altísimo nivel y con una bienvenida cuota de diversión, tan necesaria en los difíciles momentos que nos toca vivir.