La célebre soprano rusa finalmente vino y cantó una ópera en el Colón
ANNA NETREBKO SE DESTACÓ EN “TOSCA”
Teatro Colón
Jueves 24 de noviembre de 2022
Escribe: Carlos Ernesto Ure
Fotos: Máximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli
Tosca,de Giacomo Puccini
Libreto: Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basado en la pieza homónima de Victorien Sardou
Elenco: Anna Netrebko, Yusif Eyvasov, Fabián Veloz, Luís Gaeta, Mario De Salvo, Darío Schmunck, Cristian De Marco, Claudio Rotella y Guadalupe Fustinoni
Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón;
Director de coro: Miguel Martínez
Coro de Niños del Teatro Colón,
Director del Coro de Niños: César Bustamante
Dirección musical: Michelangelo Mazza
Producción original: Roberto Oswald
Escenógrafía: Roberto Oswald
Iluminación: Rubén Conde
Diseño de vestuario: Aníbal Lápiz
Dirección de escena: Aníbal Lápiz
Con localidades totalmente agotadas desde hace varios meses, y un velo de incertidumbre flotando siempre sobre su llegada, Anna Netrebko finalmente arribó a Buenos Aires para actuar en un recital y en tres funciones fuera de abono de “Tosca” en la sala de la calle Libertad. Es que este año fue, realmente, un año muy complicado para ella. Porque a partir de la despiadada invasión a Ucrania, en Febrero, su renuencia a emitir una condena, su entendible actitud ambigua y sus recordadas vinculaciones con Vladimir Putin le generaron un mal ambiente en el mundo del arte lírico. Ello llevó a que se le rescindieran algunos contratos (fundamentalmente en el Met), generó en Alemania manifestaciones de repudio frente a teatros donde debía cantar (Stuttgart, Köln), y la obligó a un prudente aislamiento de varios meses. A partir de una presentación en la Ópera de Viena poco a poco fue saliendo de su reclusión, y en ese tren de vuelta a la normalidad llegó finalmente a nuestro país, a favor de la seguridad de que en las costas del río de la Plata, tan distantes de los centros neurálgicos del mundo, ningún inconveniente desagradable podría ocurrirle. Sin embargo, se mantuvo absolutamente cerrada en el sentido de no conceder ninguna entrevista, por temor a que la música pudiera entremezclarse con la política internacional.
Una joya
Después de su recital de este lunes, al que se refirió nuestro colega Néstor Echevarría, y del anterior de 2018, volvemos a encontrar a la soprano de Krasnodar (51) en la plenitud de su carrera y de sus medios vocales. Verdadera “enfant gâté” del gran maestro Valery Gergiev en el teatro Mariinsky de San Petersburgo, al que se acercó inicialmente como mera conserje ya que no tenía otro canal abierto, su registro, de excepcional calidad, luce, bien se lo puede afirmar, una pureza de emisión, de timbre y de color verdaderamente diamantinos. Homogénea en toda la extensión de su tesitura (el “do” natural agudo de “Io quella lama”, al que no se llega tan fácil en medio de un bellísimo “crescendo” fue de prodigiosa limpieza), manejada con notable ductilidad, la voz de nuestra visitante, sin ser excesivamente caudalosa, destaca también debido a la naturalidad de su canto. Es cierto que su dicción italiana no pareció ejemplar, y que para el papel de Floria Tosca, eminentemente trágico por donde se lo mire, sería deseable un metal más oscuro y dramático, que incluso le permitiría mayores y más expansivas efusiones líricas (especialmente en el acto inicial, de un melodismo tan pasional). Pero ello no afectó su intensa comunicatividad (el excepcional manejo de “Vissi d’arte”), la categoría del legato y del fraseo, su elocuente desempeño actoral.
A su lado, su esposo el tenor argelino-azerbaiyano Yusif Eyvazov (45) mostró emisión casi continuamente irregular. Pero desde otro ángulo, con pasaje alto y agudos de absoluta redondez y entereza, y una intensa entrega emocional, fue sin duda el cantante sobresaliente de la noche en materia de sugestión dramática. No puede dejar de señalarse que a pesar de sus defectos técnicos, armado de una línea bien cuidada, su versión “E lucevan le stelle” resultó francamente de diez puntos.
Fabián Veloz (Scarpia, personaje absolutamente central de la ópera) tuvo en cambio un desempeño por completo inconvincente, tanto por su carencia de registro y tintes dramáticos y el forzamiento de tantos giros a fin de tratar de acentuar su carga, como debido a su línea y gestualidad deficientes, que no alcanzaron a configurar acabadamente ni a un noble ni a un villano. Fue una lástima, porque en el contexto global sin duda deslució la función.
Una puesta de primera
Preparados meritoriamente por sus titulares, César Bustamante y Miguel Martínez, tanto el Coro de Niños como el Estable desplegaron una faena de primer nivel en orden a vitalidad, sincronización y hermosura del canto.
En el podio, y al frente de una agrupación que sin perjuicio de una buena sonoridad de conjunto hizo oír algunos déficits particulares, el maestro parmesano Michelangelo Mazza, traído por el matrimonio Netrebko-Eyvazov, a quien acompaña habitualmente en cuanto puede, brindó una traducción impecablemente pulcra de la fascinante partitura de Puccini, verdadero genio de la orquesta y la instrumentación modernas según siempre lo hemos sostenido. Desde ya que le faltaron mejor vuelo y acentuaciones y un discurso más enfático; pero iniciado en la conducción desde no hace muchos años (después de ser por cerca de tres lustros concertino del Regio, de su ciudad natal), se trata de un conductor de estimables condiciones, inserto en la mejor tradición operística Italiana, que irá alcanzando progresivamente plena madurez discursiva.
El cuadro visual fue diseñado por Roberto Oswald, esa enorme figura de la “régie” argentina, con relación a cuyas excelencias decorativas y conceptuales nos hemos expedido ya en anteriores oportunidades. Repuesta con mano segura por su estrecho colaborador Aníbal Lápiz, la producción, de amplios espacios y fiel apego a las esencias de la creación pucciniana reveló sin embargo un punto francamente débil en lo que hace a la resolución de la última escena de “Tosca”, cierre casi incomprensible para quien no conozca la pieza, visualmente contradictorio incluso con el paisaje musical que lo define, que deberá ser re-elaborado para futuras ediciones.
Calificación: muy bueno
Carlos Ernesto Ure