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Concierto de galardonados

 

Teatro Colón, Mar del Plata

Viernes 5 de mayo do 2023

 

Escribe: Eduardo Balestena

 


Emiliano Rivarola, piano

Lucas Brass, violoncello y Martín Shuster, piano.


En su primera edición, el Concurso Nacional de Piano y Música de Cámara, Buenos Aires 2022, incluyó, como parte del premio un concierto con los ganadores del certamen.

 

La primera parte estuvo a cargo de Emiliano Jesús Rivarola, que obtuvo el primer premio en la categoría piano solista. Egresado de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de Entre Ríos como Profesor Universitario en Música y Técnico Instrumentista Musical en Piano, fue alumno de los maestros Gastón Corazzini, Sebastián Amarillo y Beatriz Pedrini y lleva a cabo clases de perfeccionamiento con el Dr. Luís Sánchez. Ha participado de clases magistrales con músicos tan importantes como Estela Telerman, José Luís Juri, Haydee Schartz, el recordado Orlando Millá y otros.

 

En su presentación abordó en primer término la Balada en sol menor, opus 23 nro. 1 de Frederic Chopin (1810-1849) que tras el grave comienzo que genera expectativa, presenta una melodía enigmática y cambiante, en sus inflexiones y dinámicas que demanda el equilibrio de esos elementos con la propia dulzura de dicha melodía y su sección de respuesta.

 

La Fantasía en fa sostenido menor, opus 28 de Félix Mendelssohn (1809-1847). De un lenguaje muy diferente a la obra anterior –y también a la musicalidad tan propia del Mendelssohn de obras como Sueño de una noche de verano, por ejemplo- plantea, sin un desarrollo melódico amplio sino en una sucesión de acordes, un paisaje donde el propósito parece ser el detenerse en la sonoridad pianística y su belleza en sí misma, presentando una suerte de elemento –simple en su formulación- que se reitera y confiere unidad al Con moto agitato inicial. Tras un Allegro con moto que rememora el toque destacado de Mozart, la obra concluye con un Presto –en compás de 6/8- de gran demanda técnica.

 

Tierra linda, de Carlos Guastavino (1912-2000) fue la última obra de la primera parte. Con un comienzo con cierta remembranza raveliana, el pasaje conduce a un inesperado ritmo danzante con una sección de enunciado y otra de respuesta. Lo que lo hace especialmente bello es precisamente la inflexión delicada que demanda en sus acentos. Sencilla, mutable y de gran riqueza, como toda la obra del maestro, apela a la sensibilidad interpretativa.

 

Se trató de obras de muy diferentes lenguajes y muy específicos requerimientos, muy distintos entre una y otra: a la amplitud de sonoridades, intensidades y una musicalidad propia de Chopin sucedió la rapidez y precisión del Mendelsohn de la Fantasía opus 28 y de ella a una obra argentina; Emiliano Rivarola abordó cada una de ellas con absoluto dominio técnico y expresivo y dentro de la estética propia de cada una. Es un pianista ya completamente formado, como lo prueba en modo en que abordó el repertorio elegido.

 

Lucas Brass y Martín Shuster ha tocado juntos desde 2010 y posteriormente, a partir de 2014 crearon un trío de violín, cello y piano. Conformaron, asimismo, en 2020 el dúo con el cual se presentaron al concurso. Toman clases con el maestro Stanimir Todorov. En la última edición del Campus Musical de la Armonía trabajaron sobre obras de Bach (Martín Shuster) y la sonata para cello de Zoltan Kodaly (Lucas Brass), es decir un repertorio de enorme demanda técnica y expresiva.

 

Interpretaron la transcripción del autor para cello y piano, de las Canciones populares españolas, de Manuel de Falla (1876-1946) de las cuales abordaron seis. La peculiar acentuación en la línea de acompañamiento, el ritmo danzante de la línea melódica son acaso las características más salientes en un discurso que si bien varía sobre un par de elementos muy definidos, no es nunca igual a sí mismo. Tanto es eso como las sonoridades lentas y melancólicas –como en Nana- donde las resonancias del cello parecen no ceñirse a una melodía sino discurrir en matices lentos y profundos, de enorme belleza. En otros momentos se superponen una primera línea melódica con una segunda, dando un gran relieve a la textura.

 

En la conversación posterior al concierto Martín Shuster señaló que la música española es un sincretismo entre la danza, la melodía y el virtuosismo y que esa es la clave que usa para abordarla y, agregaríamos, esa trama conforma la propia textura cambiante, rica, imaginativa, rítmica y de sonoridades lentas, todo casi sin solución de continuidad.

 

Las Tres piezas de la vida judía B 54 de Ernst Bloch (1880-1959) fueron la segunda obra de la segunda parte. De una belleza singular y desgarradora, con un lenguaje eminentemente folklórico, que introduce a la obra con un motivo que va siendo elaborado en pasajes lentos que discurren sobre una línea de la cual la línea central se distancia levemente, hacia una zona más aguda y, particularmente a los graves del cello, creando su efecto mayor en la propia sonoridad del instrumento, es una obra sutil y, por consiguiente, de una permanente demanda expresiva que reside, justamente, en los colores propios del sonido instrumental.

 

El Cisne, del Carnaval de los animales, de Camile Saint-Saens (1835-1921) cerró un programa singularizado por la presencia de música folklórica y la alternancia con un fragmento del romanticismo tardío.

 

La amalgama de Lucas Brass y Martín Shuster como dúo es absoluta. Se trata de dos solistas y músicos experimentados, con una técnica que manejan a la perfección y una gran claridad en los criterios interpretativos.

 

Lucía Ghini y Bruno Amalfitano, como organizadores –y pianistas ellos mismos- se refirieron al concurso, al gran nivel de los jurados y a la necesidad de que el galardón obtenido se tradujera en un concierto de impulso a la carrera de los jóvenes solistas. El nivel de los referidos solistas habla a las claras del acierto de esta idea.

 

Se trató de la presentación de tres artistas de gran relieve y formación musical.


Eduardo Balestena