Zanni y la música desaparecida
PREESTRENO AUSPICIOSO DE LA ÓPERA ZANNI
Teatro Cervantes
Miércoles 9 de octubre de 2024
Escribe: Osvaldo Andreoli
Fotos: Maximiliano Ricciardi
Preestreno de la ópera Zanni de Lucio Bruno Videla, con libreto póstumo de Ricardo Monti en el marco del Festival Monti (Teatro Nacional Cervantes) basada en una idea de Giuseppe Zanni.
- Director y compositor musical: Lucio Bruno Videla
- Preparador y director musical: Gerardo Delgado
- Puesta en escena: Bernarda Pagés
- Diseño de vestuario y escenografía: Mariana Gutiérrez
- Producción TNC: Marlene Nordlinger
Cantantes: Rocío Giordano (REGINA), Fermín Prieto (ZANNI), Leonardo Estévez (VARGAS). Actor: Manuel Vignau. Coro: Santiago Barcalá, Ezequiel Palicio, Santiago Alejandro Abt Wetzler, Agustina Luján Chávez, Andrea Laura De Angelis, Carolina Eugenia de Urquiza, Ana Belen Libenson, Melina Pieruccioni, María Paula Sambad, Lucía Inés Sienczuk, María Solernó, Milagros Beatriz Venialgo, Carla Vicione, Katherine Lara Wahler.
RESCATE DE UN MÚSICO OLVIDADO
Asistí a una función de jerarquía artística, con un caudal creativo en aras de un homenaje; la reivindicación de un músico . Constituye un rescate del patrimonio cultural, lo vapuleado en la Argentina. Se abre a la metáfora de la pasión del artista perseguido, que desaparece en el misterio. La obra de Lucio Bruno Videla es un encargo de Giuseppe Zanni, su factótum. Rescata la figura de Rodolfo Zanni, músico argentino de origen italiano que falleció a los 26 años. Casi toda su producción está perdida. Compuso dos óperas y tuvo un momento culminante en el Teatro Colón en 1922, en un concierto dedicado al presidente y su esposa. El joven de 19 años dirigió sinfonías y sinfónico-corales con más de 200 músicos.
TEATRO DENTRO DEL TEATRO
El lenguaje de la partitura surge a partir del libreto del dramaturgo Ricardo Monti. Para el compositor, su carácter épico no corresponde a una obra de cámara. De allí la orquestación original, con numerosos instrumentos, fuera de lo común. Por un lado transcurre en Buenos Aires, hace un siglo, pero además se sumerge en el mundo simbólico y onírico que plantea el libretista. Entre el drama, el grotesco y lo sentimental, el lenguaje de Bruno Videla incorpora y dialoga con las obras salvadas de Zanni. En la parte central se destaca un intermedio con coro vocalizado. Es la orquestación de uno de los poemas sinfónicos, del que se conserva la versión de piano. Una escena surreal, donde Zanni imagina el concierto que le prometió Regina Pacini en el Teatro Colón. Éste sucederá en la segunda parte de la obra. Teatro dentro del teatro.
En este preestreno se escucharon intermedios musicales preparados con inteligencia artificial, parte de aquél concierto en el Colón. Se introducen varios instrumentos y banda electroacústica. La orquestación de la obra es muy elaborada y si bien Gerardo Delgado tuvo el mérito de recrear con su piano una orquesta, es importante tener una idea y apreciar los timbres de una murga, el bandoneón, los saxofones, el clave y el órgano.
MÉRITO DEL COMPOSITOR
El mérito del compositor transita una pluralidad de procedimientos técnicos y estilísticos, dentro de una unidad estructural que potencia el mensaje. Junto a la expresión académica y los pasajes melódicos del tenor o de las heroínas de la ópera a cargo de Regina (Rocío Giordano presta su cantábile) se introduce el candombe por el coro masculino y un motivo gardeliano en las voces femeninas. Sobresalen las arias de Zanni servidas con la convicción del tenor Fermin Prieto. Conmueve su entrega al personaje, el trance de su actuación. Un tour de force para quien acaba de cantar Aurora en el Teatro Colón. Buena emisión y sonoridad en el despliegue de su parte y en el conjunto de su interpretación.
El lirismo y la gracia de la soprano Rocío Giordano, es resaltado por la elegancia de su vestuario de la época. Su seducción compensa el clima sombrío y amenazante del coro enmascarado que digita el maligno Vargas. Encarna a la primera dama que en 1922 escuchó junto al presidente Marcelo T. de Alvear el concierto del joven Zanni en el Teatro Colón. Un momento de esplendor. Regina había sido una cantante de fama mundial, luego mecenas, mientras el músico se hundirá después en un cono de sombra, como su obra desaparecida
La presencia del maligno Vargas cobra cuerpo en el barítono Leonardo Estévez, bien timbrado y elocuente, de impecable dicción. Su prestancia es remarcada por la iluminación, dibujando la imagen escénica en sus silencios
El actor Manuel Vignau, de discreto parlato, es un corifeo al servicio de Vargas. Participa de una escena culminante cargada de dramatismo. De pulcra resolución escénica delineada por la regisseuse, para desplazar a foro la manta sobre la que yace Zanni.
El coro enmascarado representa la mediocridad, la envidia y el desprecio. Canta consignas, burlas. Se mofa y ridiculiza la trascendencia a la que aspira el artista. En el claroscuro, se enciende el coro de ángeles femenino.
El espacio escenográfico (Mariana Gutiérrez) está bordeado por una hojarasca de partituras. Resulta un marco simbólico que será incorporado a la acción dramática por el protagonista. En su agonía, manotea los papeles, su obra que se le escapa en el aire.
Colores puros, verdes, rojos y amarillos, contrastan y pintan el tono expresionista en la puesta de Bernarda Pagés. Se conjuga con la musicalidad de las primeras escenas, con los exigentes saltos de tonalidad en las voces del tenor y el barítono.
Una eficiente marcación actoral, el juego escénico de relaciones y posturas combina con la fluidez de la partitura.
Cabe destacar a Gerardo Delgado, preparador y director musical (piano-orquesta). El propio Lucio Bruno Videla condujo con sus precisas marcaciones de tempo-ritmo y la dinámica impuesta..
En suma, un work in progress, un preestreno auspicioso frente a una sala exultante en el Teatro Nacional Cervantes.
OSVALDO ANDREOLI